jueves, 23 de mayo de 2024

El binarismo luz / obscuridad en Havanity / Habanidad, de María Elena Blanco, por Teonilda Madera, Ph.D

 

 

El binarismo luz / obscuridad en  Havanity / Habanidad, de María Elena Blanco

Teonilda Madera, Ph.D

 

              Al aproximarnos a la antología bilingüe Havanity / Habanidad[1] de María Elena Blanco, recientemente publicada en los Estados Unidos por las Ediciones Baquiana, descubrimos una profundidad y una belleza conjugada con una red de conceptos, esencialmente filosóficos y pictóricos, que se adhieren a su universo poético con naturalidad haciendo que la palabra alcance dimensiones semánticas diversas. La poeta nos conduce por un torrente lírico que evoca lo bucólico, lo erótico, lo paradisíaco, lo humano a través de figuras de pensamiento y de recursos retóricos que ella, artesana de la expresión, maneja sagazmente. Su mundo empírico está marcado y enriquecido por una multiplicidad de lenguas y de geografías que han fertilizado su producción literaria con el devenir del tiempo. Los poemas de esta antología se sustentan con postulados teóricos que conducen a San Agustín, a Sigmund Freud, a Carl Jung, Mijail Bajtín, a Julia Kristeva, a Kierkegaard, a William Faulkner, entre otros. María Elena Blanco ha bebido de las fuentes canónicas; se ha nutrido de ellas y nos ofrece una poesía depurada y original que alterna o da cabida a una polifonía exquisita. Las voces que se fusionan con el sujeto  poético de esta escritora armonizan estética e ideológicamente con su universo creativo.  

              Varias cosas se podrían ponderar en esta obra. Por ejemplo, la versatilidad temática, las corrientes literarias que abarcan lo clásico, lo experimental, lo irracional, lo científico (metalenguaje, fenomenología, etc.), entre otras.  Vamos a ceñirnos en este análisis a dos vertientes temáticas: la luz y la obscuridad (la noche) que revelan la influencia de Heráclito en la formación de la poeta que nos ocupa y que emerge desde una construcción binaria de opuestos, eje principal en esta antología.  Lo antes apuntado se vislumbra desde  la foto de la portada que muestra la simultaneidad de los tiempos paralelos a través de la luz y de la obscuridad de una Habana desolada.  Una de las tareas del lector de este libro consiste en descifrar el enigma ideológico implícito, con enorme sagacidad, en la fotografía aludida. El universo en evolución eterna y las fuerzas antagónicas, perpetuando la existencia universal, esbozados por Heráclito de Éfeso, surgen en la portada y de una corriente que subyace  en los poemas de María Elena Blanco. 

              Cabe asentar que las composiciones poéticas que configuran la antología han sido seleccionados de cinco poemario de esta autora: 1) Posesión por pérdida (1990); 2) Alquímica memoria (1998-2001); 3) Mitologuías (2001); 4) Danubio Mediterráneo (2005); y 5) El amor incontable (2008).  La edición es bilingüe, español e inglés y la calidad de la traducción y la sensibilidad lingüística que encontramos revelan la solidez académica de su autora. La presencia de otras lenguas en los epígrafes, en las notas a pie de página y en frases o versos que se intercalan en el discurso poético de María Elena Blanco (e. g. latín, francés, alemán, etc.) le dan una dimensión multilingüe al texto, lo cual se convierte  en una marca de intelectualidad que acentúa la riqueza lingüística de esta producción poética. La poeta ha incluido acotaciones que guían al lector promedio y esto revela una actitud didáctica de su parte. Los poemas de la antología que estamos considerando revelan el uso sistemático de una construcción binaria que vamos a seguir subrayando.

              Empecemos con los nueve poemas que corresponden al libro Posesión por pérdida (1990), título que dulcifica el oído a través de la aliteración, en ocho de ellos se vislumbra el binarismo que hemos señalado: luz/noche que es lo mismo que luz/obscuridad o luz/sombra. De los quince textos que vienen de Alquímica memoria (1998-2001) encontramos que en diez de ellos aflora el  connubio de opuestos que apuntamos. Rastreando en la parte que proviene de Mitologuías (2001) hallamos que las vertientes de la antítesis aparecen trece veces. El referido binarismo se debilita un tanto en Danubio Mediterráneo (2005), es revelador que la vertiente de la luz o cualquier alusión a ella predomina en este texto y la localizamos en nueve de los poemas que configuran esa parte. En El amor incontable (2008), el quinto libro, notamos doce construcciones que reiteran el binarismo que rastreamos en un total de 24 poemas. Conviene apuntar, que salvo que se indique lo contrario, las negritas en los versos que citamos, son nuestras. Compartiremos seis  ejemplos espléndidos que vienen de cada una de las secciones que configuran la antología Havanity / Habanidad:

En el poemaVisiones, I”, de Posesión por pérdida:

 “…las costuras de la noche / como un collar de luces …” (pág. 175).

En "La novia”, de Alquímica memoria:  

“Sale al crepúsculo por la nave del Carmen una diosa de raso / es iniciada a la noche frente al mar / emerge a mediodía de turbante / sobre la arena ardiente / del Kawama …” (pág. 182).

De Mitologuías, el poema I de la serie “El arco oscuro de las horas”: “…El día / irrumpe lento / dudoso / tanto así que la esfera en tinieblas / hace amagos de auparse / al tímido fulgor del horizonte …” (pág. 214).

De DanubioMediterráneo:

1) En “La bella molinera, II”: “… Se abren escapatorias más allá / del mullido interior, del parque hostil / o cómplice, periplos en que por un instante los amantes / brillan bajo una nueva luz: figuras aleatorias / que habrán dejado su estela en el paisaje …” (pág. 250.)

2) EnTres lagos austríacos: Toplitzsee”: “Inicio, distraída, un gesto con la mano para tocar el agua, / lo congelo en el aire. La mano del hombre pesa aquí,/ la oscura mano del hombre” (pág. 247).

De El amor incontable, “Zabriskie Point, III”: “escucha el freno de aire / será aquí el solsticio / el punto más alto / día más largo / o noche…” (pág. 271).

               Nos detendremos en dos poemas emblemáticos en este sentido, “Nacimiento de las estrellas”, de Posesión por pérdida, y “Perlas de sueño”, de El amor incontable. Seducen estas dos composiciones poéticas, entre otras cosas, por la exquisitez con que la escritora ha escogido el léxico y por la pulcritud de  las construcciones gramaticales fusionadas con figuras de pensamiento y con recursos retóricos que forman una red de correspondencias conceptuales que evocan a uno de los “monstruos del barroco español”, Luis Góngora y Argote (Córdoba,1561-1627). El título sugestivo del poema, “Nacimiento de las estrellas”, nos coloca en un contexto luminoso que revela la visión fenomenológica[2] de la poeta que hurga más allá del objeto observado para extraer de él estados alterados de la conciencia, en algunos casos, y en otros simplemente mostrarnos que las cosas pertenecen al universo y el universo se encuentra en las cosas. En los poemas de María Elena Blanco encontramos manifestaciones de fenomenología realista y trascendental, como veremos en los dos poemas que analizaremos.  Prestemos atención al primero:

              Empecemos diciendo que en este poema el absurdo planteado en las vertientes que configuran el binarismo luz / noche se anuncia en los primeros versos a través de los términos, negrura / resplandece: “En ardiente negrura / se pierde / resplandece / inaugura tardío / el baile de astros”. La poeta utiliza con agudeza figuras retóricas, en su corpus poético, que se pusieron muy de moda durante el Siglo de Oro y el Barroco Español: el quiasmo, el hipérbaton y la hipálage y con eso logra que el lector establezca una conexión entre su  producción literaria y el registro canónico que la ha nutrido.  Advertimos en la poesía de María Elena Blanco una gran fuerza que nos lleva al impresionismo de Vincent van Gogh y que se cristaliza, a veces, en una concatenación de verbos que da paso a un proceso de mutación como vemos en la estrofa citada anteriormente. La reiteración del connubio de opuestos surge de una imagen auditiva seguida de una proliferación de imágenes visuales:  “Taladra entre lo denso / hasta dar en luz / allí halla pie / la noche transparente”.

               “Nacimiento de las estrellas” plantea que la obscuridad, es decir la noche, surge de la densidad de la luz lo cual encaja con lo esbozado por el pensamiento de Heráclito que sostiene que  la lucha entre los opuestos rige y es  parte esencial del  principio de evolución universal. A lo dicho, añadimos que este poema es ambiguo cuando sustenta que “la noche transparente” encuentra “pie” en la luz. Es pertinente apuntar que la producción poética de esta autora  está iluminada por un léxico que se reitera y que deliberadamente ejerce esa  función (e. g., ráfaga, iluminación, incandescencia, destello, velas, claridad, llameando, luz, hogueras, fuego, sol, hálito, etc.).   El cierre del poema enfatiza el proceso conmutativo expuesto en el poema: “Blanquísima acumula / lo turbio de la siesta / disonancias / sorpresa / las trueca en ola”.

              Curiosamente, “la noche transparente”, se ha tornado “blanquísima” para acumular: “lo turbio, disonancias, sorpresa” y luego “trueca” todo eso en “ola”. Brillantemente, la poeta expone, reitera y ejemplifica el intercambio constante que ocurre entre elementos, aparentemente, disímiles que experimentan una metamorfosis  constante desde el seno de los opuestos.  

              “Perlas de sueño”, el otro poema que hemos escogido para destacar el uso particular de las vertientes temáticas luz / obscuridad, indicadas a través de las negritas, nos coloca en el territorio de lo onírico, donde lo imposible se hace posible y hace pensar en “Las ruinas circulares” [3] de Jorge Luis Borges. La polifonía tiene cabida a partir del epígrafe de Carilda Oliver que enuncia una “tragedia” (Se me ha perdido un hombre…) vivida también por el sujeto poético de “Perlas de sueño”. Estamos ante un texto sumamente erótico que establece cierta complicidad con el lector al revelarle un secreto: 

 

“Él viene a mí en la noche

                            yo le abro mi cajita mágica y le enseño

                            mi bosque asediado por claros y cascadas

                            y por senderos ciegos

                            mi pozo de ojo y piedra que él vislumbró una tarde

                            iluminado ya por su mirada.

 

Allá en ese otro tiempo él se hacía ribera inapresable

                            agua sagrada

                            que regó para siempre contra un muelle

                            mi llanto de lluvia sobre el mar

                            y a veces vuelve besos

                            y a veces vuelve perlas sigilosas

                            y a veces lágrimas de mi rosario rojo…”     

              El hipérbaton le sirve para fragmentar la información que más adelante comparte y para acentuar la ambigüedad que reina en la tercera estrofa del texto. Lo ambiguo funciona a la perfección dentro del mundo onírico donde lo vivido y lo soñado borra la frontera de lo real y de lo deseado que emerge del subconsciente cuando dormimos.  El fenómeno onírico coloca al sujeto poético en un mundo de posibilidades que viola el concepto que tenemos del tiempo. Entonces lo imposible, el encuentro con el ser amado, se realiza mediante la mutación que experimenta el sujeto amado, que antes “se hacía ribera inapresable/ agua sagrada/” y que vuelve al sujeto poético metamorfoseado en “besos, perlas sigilosas, lágrimas de mi rosario rojo”.  El sicoanalista Carl G. Jung expone su teoría de la proliferación y/o proliferación de almas de la siguiente manera:

In some tribes, it is assumed that a man has a number of souls; this belief expresses the feeling of some primitive individuals that they each consist of several linked but distinct units. This means that the individual’s psyche is far from being safely synthesized; on the contrary, it threatens to fragment only too easily under the onslaught of unchecked emotions[4] (Jung, 24-25).

              Además, la fusión cósmica que experimenta el sujeto amado de “Perlas de sueño” apunta hacia el lado femenino y el lado masculino universal, mejor conocido como el yin y el yang en la filosofía taoísta. Es obvio que la voz nostálgica del sujeto poético anhela revivir la parte erótica de su mundo empírico.  Por eso, cuando sueña declara: “Él viene a mí en la noche”. En efecto, la multiplicidad del alma del sujeto amado y del sujeto poético nos conducen a consideraciones no sólo sicoanalíticas sino también antropológicas porque las emociones intensas revelan lo que Jung llama una disociación y una pérdida de identidad, como vimos en los versos de la estrofa antes señalada y sobre todo, en esas “lágrimas de mi rosario rojo”.  El poema se cierra con un verso que se separa de las estrofas que configuran el texto para indicar la distancia abismal que existe entre el mundo de la “realidad” y el mundo onírico: “La noche sabe dar lo que negó la vida”. El campo semántico que abre la aseveración del verso revela una trasmutación significativa: “La noche” representa la Parca y “la  vida”, simboliza el día.  Además, la noche abre una dimensión que permite la justicia soñada. 

              Finalmente, queremos apuntar que las observaciones que hemos hecho con relación al corpus poético de Havanity Habanidad no agotan las posibilidades del  estudio del binarismo “Luz/ obscuridad o luz /sombra” en la obra de María Elena Blanco. Esperamos que sirvan de aliciente para que otros investigadores las sigan explorando.



[1] Blanco, María Elena. Havanity / Habanidad. Antología poética bilingüe 1988-2008, Miami: Ediciones Baquiana, 2010.

[2] El fundador de este movimiento es Edmund Husserl (1859-1938), y los representantes más destacados Alexander Pfänder (1870-1941), Max Scheler (1874-1928), Dietrich von Hildebrand (1890-1978), Martin Heidegger (1889-1976), Jean-Paul Sartre (1905-1980) y Maurice Merleau-Ponty (1908-1961). En este movimiento o corriente filosófica se destacan dos variables principales: la fenomenología realista que considera los fenómenos conocidos como reales e independientes de nuestra mente, y la fenomenología trascendental que considera que la realidad es el producto de los distintos modos de actuación de la conciencia pura o trascendental. Una de las tareas más relevantes de la fenomenología es la descripción de los tipos distintos de vivencias, de sus géneros y especies, y de las relaciones esenciales que entre ellas se establecen.  El estudio realizado por Mario J. Valdés, Shadows in the cave a phenomenological approach to literary criticism base don Hispanic texts. Toronto: University of Toronto Press, 1982, conjuntamente con los estudios realizados por los representantes de la corriente fenomenológica nos han servido de base en lo que hemos apuntado.      

[3] Borges,  Jorge Luis. “Las ruinas circulares”, Antología personal, Buenos Aires: Editorial Sol, 2001. En este cuento, uno de los más famosos del escritor argentino, se aborda la posibilidad de la perfección humana a través del mundo onírico y de lo fantástico.

[4] Jung, Carl G., M.-L. von Franz, Joseph L. Henderson et al. Man and his Symbols, Ljubljana: Mladinska Knjiga, 1970.

 

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